El sector agrícola es un demandante estructural de financiamiento de corto plazo. En la actualidad, los recursos financieros dirigidos a esta actividad, tradicionalmente han provenido de créditos otorgados por la banca privada, programas estatales de financiamiento, y de recursos propios de la empresa agrícola. Sin embargo, hoy existe una gran dificultad para acceder al mercado tradicional de créditos agrícolas, ya que esta área de la economía nacional es considerada por el sistema financiero, como altamente riesgosa. Esto ha llevado a la banca privada a restringir la participación de sus respectivas colocaciones en dicho sector. No obstante lo anterior, el sector ha presentado una tasa de crecimiento anual promedio entre 1990-1996, de 4,5 %, lo que podría explicarse por la importancia creciente que han alcanzado las fuentes alternativas de financiamiento operacional a las que han tenido que recurrir los productores en respuesta a la menor atención prestada por las otras instituciones crediticias. Los principales agentes que forman parte de estas nuevas fuentes de financiamiento operacional corresponden a empresas exportadoras y agroindustriales, así como también comerciantes de insumos y productos. Frente a estas nuevas opciones de crédito, surge la conveniencia de realizar un análisis descriptivo de ellas, específicamente a empresas exportadoras de fruta fresca y empresas agroindustriales procesadoras de tomate industrial y remolacha, que permita determinar cuales son sus características operativas mas relevantes, señalando las ventajas y limitantes que presentan, respecto del sistema tradicional.